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Jesús predice la destrucción del Templo(A)

A unos que hablaban de que el Templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo:

—En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.

Señales antes del fin(B)

Le preguntaron, diciendo:

—Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?

Él entonces dijo:

—Mirad que no seáis engañados, porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: “Yo soy el Cristo” y: “El tiempo está cerca.” Pero no vayáis en pos de ellos. Cuando oigáis de guerras y de revueltas, no os alarméis, porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.

10 Entonces añadió:

—Se levantará nación contra nación y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y, en diferentes lugares, hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.

12 »Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. 13 Pero esto os será ocasión para dar testimonio. 14 Proponeos en vuestros corazones no pensar antes cómo habréis de responder en vuestra defensa, 15 porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. 16 Seréis entregados aun por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros. 17 Seréis odiados por todos por causa de mi nombre, 18 pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19 Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.

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«Ciertamente viene el día, ardiente como un horno,
y serán estopa todos los soberbios y todos los que hacen maldad.
Aquel día que vendrá, los abrasará,
dice Jehová de los ejércitos,
y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas para vosotros, los que teméis mi nombre,
nacerá el sol de justicia
y en sus alas traerá salvación.
Saldréis y saltaréis como becerros de la manada.

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Cielos nuevos y tierra nueva

17 »Porque he aquí que yo crearé
nuevos cielos y nueva tierra.
De lo pasado no habrá memoria
ni vendrá al pensamiento.
18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre
en las cosas que yo he creado,
porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría
y a su pueblo gozo.
19 Yo me alegraré con Jerusalén
y me gozaré con mi pueblo,
y nunca más se oirán en ella
voz de lloro ni voz de clamor.
20 No habrá más allí niño que muera de pocos días
ni viejo que sus días no cumpla,
sino que el niño morirá de cien años
y el pecador de cien años será maldito.
21 Edificarán casas y morarán en ellas;
plantarán viñas y comerán el fruto de ellas.
22 No edificarán para que otro habite
ni plantarán para que otro coma;
porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo,
y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos.
23 No trabajarán en vano
ni darán a luz para maldición,
porque son linaje de los benditos de Jehová,
ellos mismos y también sus descendientes.
24 Antes que clamen, yo responderé;
mientras aún estén hablando, yo habré oído.
25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos;
el león comerá paja como el buey
y el polvo será el alimento de la serpiente.
No afligirán ni harán mal
en todo mi santo monte.»
Jehová lo ha dicho.

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Alabanza por la justicia de Dios

Salmo

98 Cantad a Jehová cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra lo ha salvado
y su santo brazo.
Jehová ha hecho notoria su salvación;
a vista de las naciones ha descubierto su justicia.
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad
para con la casa de Israel;
todos los términos de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.

Cantad alegres a Jehová, toda la tierra.
Levantad la voz, aplaudid y cantad salmos.
Cantad salmos a Jehová con arpa;
con arpa y voz de cántico.
Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
delante del Rey, Jehová.

Brame el mar y su plenitud,
el mundo y los que en él habitan;
los ríos batan las manos,
regocíjense todos los montes
delante de Jehová,
porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con rectitud.

El deber de trabajar

Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos, pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros ni comimos de balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviéramos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo que podéis imitar. 10 Y cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11 Ahora oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entrometiéndose en lo ajeno. 12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo que, trabajando sosegadamente, coman su propio pan.

13 Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

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